El cerebro nunca duerme: el origen de los sueños
Aunque estemos dormidos, nuestro cerebro permanece muy activo. Durante la fase REM (Movimiento Rápido de los Ojos), que es cuando ocurren los sueños más vívidos, la actividad cerebral es comparable a la del estado de vigilia. Esta fase cumple funciones esenciales en el procesamiento emocional y la consolidación de la memoria.
Imaginemos a una trabajadora de una oficina en Ciudad de México, estresada tras una jornada intensa. Esa noche sueña que se pierde en un laberinto de pasillos sin salida. Según neurocientíficos de la UNAM, este tipo de sueños refleja la manera en que el cerebro procesa la sobrecarga emocional y reorganiza recuerdos complejos. Un estudio de referencia del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía confirma que los sueños ayudan a regular la intensidad emocional de los recuerdos.
Los sueños reorganizan la memoria
Los sueños no son aleatorios: están construidos a partir de fragmentos de recuerdos reales. El cerebro los reconfigura para generar nuevas narrativas, a menudo simbólicas o inesperadas. Este proceso facilita la transferencia de información a la memoria a largo plazo.
Por ejemplo, estudiantes universitarios suelen soñar con temas estudiados en días previos. El cerebro los repite para consolidar el aprendizaje, especialmente cuando está relacionado con emociones o tareas complejas. Este fenómeno ha sido documentado en investigaciones de la Universidad Autónoma Metropolitana.
Emociones reales en mundos irreales
Aunque el contenido del sueño sea fantástico, las emociones que sentimos son reales. El cuerpo reacciona fisiológicamente: sudor, palpitaciones, tensión muscular. Estas respuestas demuestran que los sueños no son neutrales para el sistema nervioso.
Un ejemplo típico es el sueño de caída libre: uno se despierta con el corazón acelerado. Este tipo de reacción se interpreta como una simulación mental de peligro, que permite al cerebro ensayar respuestas ante posibles amenazas reales sin exponerse físicamente.
¿Es cierto que algunas personas no sueñan?
En realidad, todas las personas sueñan cada noche. La diferencia está en el recuerdo. Si uno no se despierta durante o justo después de una fase REM, es probable que el sueño se desvanezca de la memoria.
Según estudios de la Facultad de Psicología de la UNAM, quienes recuerdan sueños con frecuencia presentan mayor conectividad entre el lóbulo occipital y el prefrontal, regiones cerebrales claves en la percepción visual y la autorreflexión.
Pesadillas: un reflejo de estrés psicológico
Las pesadillas recurrentes pueden ser signos de ansiedad o trauma. En algunos casos, están asociadas con trastornos como el TEPT (trastorno de estrés postraumático). En México, los servicios de salud mental del IMSS han reportado un aumento de estos casos desde la pandemia.
Los expertos advierten que estos sueños perturbadores pueden ser mensajes del subconsciente que alertan sobre desequilibrios emocionales. Ignorarlos prolongadamente podría agravar el malestar psicológico.
Freud, símbolos y el inconsciente
Sigmund Freud propuso que los sueños son la vía real hacia el inconsciente, reflejando deseos reprimidos. Aunque esta teoría ha sido cuestionada por la neurociencia moderna, el análisis simbólico de los sueños aún se emplea en la psicoterapia contemporánea.
Por ejemplo, soñar que uno se ahoga puede indicar una sensación de estar «abrumado» en la vida diaria. Estos símbolos oníricos ayudan a revelar tensiones internas o conflictos emocionales no expresados de forma consciente.
¿Se pueden controlar los sueños? El fenómeno del sueño lúcido
Un sueño lúcido ocurre cuando uno es consciente de que está soñando. Con entrenamiento, es posible incluso dirigir el contenido del sueño. Técnicas como los diarios oníricos o los “reality checks” se han popularizado entre jóvenes creativos y estudiantes universitarios.
Una diseñadora gráfica en Guadalajara compartió cómo visualizó, en sueños lúcidos, conceptos para su portafolio profesional. Este tipo de experiencia muestra el potencial creativo del subconsciente durante el sueño.
Los sueños según la cultura: entre ciencia y simbolismo
Mientras que en Occidente los sueños se analizan desde una perspectiva neurocientífica, en muchas regiones de América Latina aún se les otorga un valor premonitorio o espiritual. No es raro escuchar que alguien “soñó con la muerte” como señal de cambio.
En el contexto mexicano, los sueños tienen una presencia importante en la vida cotidiana, especialmente en momentos de transición vital como un divorcio, mudanza o cambio de empleo. Muchos consultan significados oníricos en aplicaciones como «Mi Sueño Diario» o incluso con curanderos locales.
¿Los sueños pueden resolver problemas reales?
Existen casos históricos en los que los sueños han llevado a soluciones innovadoras. El químico alemán August Kekulé soñó con una serpiente que se mordía la cola, lo cual le dio la idea de la estructura del benceno.
Hoy en día, algunas empresas tecnológicas mexicanas, como aquellas en el ecosistema de startups de Monterrey, promueven el registro de sueños entre sus empleados como técnica de ideación. Se considera una forma de pensamiento creativo no lineal que escapa de la lógica habitual.
¿Qué tanto ha logrado explicar la ciencia?
A pesar del avance de la neurociencia, el sueño sigue siendo un fenómeno parcialmente comprendido. La ciencia explica su función biológica, pero su contenido subjetivo y su riqueza simbólica siguen siendo un terreno abierto.
Preguntarse “¿por qué soñamos?” nos lleva a explorar la memoria, las emociones, la creatividad y la identidad personal. El sueño podría no ser un simple subproducto del descanso, sino una vía profunda para conocernos mejor.
Aviso: este artículo está basado en fuentes científicas verificadas. Sin embargo, la interpretación de los sueños es subjetiva. Si tienes pesadillas persistentes o malestar emocional, consulta con un profesional de la salud mental certificado.