¿Falta de voluntad o una estrategia mal planteada?
El ayuno intermitente se ha vuelto una de las estrategias de bienestar y pérdida de peso más populares en México y América Latina. Métodos como 16:8, 5:2 o incluso OMAD (una comida al día) prometen resultados sin dietas complicadas. Sin embargo, la mayoría de las personas abandona en menos de tres semanas, según datos de apps como Yazio o Fastic, utilizadas ampliamente en la región. ¿Es realmente cuestión de disciplina o hay factores más profundos en juego?
1. Enfocarse solo en las horas de ayuno y no en la calidad de la alimentación
Muchos respetan las ventanas de ayuno pero luego rompen el ayuno con alimentos ultra procesados, frituras o refrescos. Esto dispara la glucosa y genera resistencia a la insulina, saboteando los beneficios metabólicos. El mito de “comer lo que sea dentro del horario permitido” es peligroso. La calidad nutricional durante las horas de alimentación es fundamental.
2. Aumento del cortisol y deterioro del sueño
El ayuno, especialmente en personas no adaptadas, puede elevar el nivel de cortisol, la hormona del estrés. Un exceso de cortisol afecta el sueño y el equilibrio hormonal, lo que a su vez incrementa la grelina (hormona del hambre) y disminuye la leptina (hormona de saciedad). Esto explica por qué muchas personas sufren ataques de hambre al segundo o tercer día.
3. Malinterpretar la meseta como un fracaso
La pérdida de peso rápida al inicio suele deberse a la pérdida de agua y glucógeno. Pero después de la segunda semana es normal estancarse. Este “freno” no es señal de fracaso, sino de que el cuerpo está entrando en una fase de adaptación metabólica. Es justo entonces cuando el cuerpo empieza a quemar grasa de forma más eficiente.
4. Horarios de ayuno inadecuados para el ritmo personal
No todos responden igual a un ayuno de 12:00 a 20:00. Personas que trabajan temprano o madrugan pueden beneficiarse más de un esquema invertido (desayuno y almuerzo, sin cena). Según estudios del Instituto Nacional de Salud Pública de México (INSP), respetar el ritmo circadiano y sincronizarlo con la alimentación mejora los resultados metabólicos.
5. Falta de hidratación y desequilibrio de electrolitos
Muchas personas reducen su ingesta de líquidos al ayunar o confunden sed con hambre. Además, la falta de sodio, potasio y magnesio puede provocar desequilibrios, fatiga, mareos o confusión mental. En México, suplementos de electrolitos sin azúcar se pueden encontrar en farmacias desde $80 hasta $200 MXN al mes.
6. No considerar los cambios hormonales en mujeres
El ciclo menstrual influye directamente en la respuesta al ayuno. Durante la fase lútea (antes de la menstruación), la sensibilidad a la insulina disminuye y aumentan los antojos. Un esquema rígido de ayuno en este periodo puede generar frustración o atracones. Por eso, muchas especialistas en nutrición recomiendan ajustar el ayuno al ciclo hormonal de cada mujer.
7. No acompañar el ayuno con otros hábitos saludables
El ayuno, por sí solo, no compensa una vida sedentaria, el estrés crónico o el mal descanso. Sin actividad física, manejo del estrés y buen sueño, el metabolismo se desacelera y los beneficios se diluyen. El ayuno debe formar parte de un enfoque integral de salud.
8. No tener en cuenta condiciones médicas individuales
Personas con hipoglucemia, diabetes tipo 2, problemas de tiroides o fatiga crónica deben consultar a un médico antes de iniciar ayuno intermitente. En México, instituciones como el IMSS o consultas de medicina preventiva privadas pueden orientar al respecto. El ayuno no es recomendable sin supervisión en estos casos.
9. Ignorar el contexto social y cultural
En la cultura mexicana, comer en familia, reuniones sociales o celebraciones son frecuentes. No prever estos momentos puede sabotear fácilmente el plan de ayuno. Lo ideal es comenzar durante una etapa tranquila, sin fiestas ni compromisos importantes, y comunicar claramente tus objetivos con tu entorno.
10. Ver el ayuno como solución rápida en vez de estilo de vida
Muchos buscan perder “unos kilitos” rápido y abandonan cuando no ven resultados inmediatos. Pero el enfoque correcto es entender el ayuno como una herramienta de salud a largo plazo. Ayuda a mejorar la sensibilidad a la insulina, reducir inflamación y activar la autofagia celular. La constancia es la clave.
Fracasar no significa que el ayuno no funcione
Un intento fallido no es señal de que el ayuno no es para ti. Puede que el método no se haya ajustado a tu ritmo de vida, tu biología o tus condiciones. La clave está en personalizar la estrategia, no en seguir recetas rígidas. Aprender del intento anterior puede marcar la diferencia en el próximo.
Aviso: Este contenido es meramente informativo y no sustituye el consejo médico profesional. Consulta a un especialista antes de hacer cambios importantes en tu dieta o hábitos de ayuno.