¿Eres vegano, lacto u ovo? Descubre qué tipo de vegetariano va contigo

Ser vegetariano no es una única forma de comer

En México y otros países de habla hispana, cada vez más personas optan por una alimentación basada en plantas. Sin embargo, decir que alguien es «vegetariano» puede significar muchas cosas distintas. Desde quienes evitan todos los productos animales hasta quienes hacen excepciones por salud, cultura o conveniencia, existen múltiples tipos de vegetarianismo con enfoques y restricciones variadas.
Con la creciente oferta de productos veganos en supermercados como Soriana, Walmart o Chedraui, y la expansión de menús vegetarianos en cadenas como Toks o Green Republic, es fundamental conocer las diferencias para tomar decisiones informadas y saludables.

Veganismo: más que una dieta, una filosofía de vida

Las personas veganas eliminan completamente los productos de origen animal: carne, pescado, lácteos, huevos y miel, además de evitar cuero, cosméticos con ingredientes animales o productos probados en animales.
En México, ser vegano hoy es más accesible gracias a productos como bebidas vegetales (almendra, avena, coco) desde $35 MXN/litro, carnes vegetales a base de soya desde $70 MXN el paquete, y apps como «HappyCow» para encontrar restaurantes 100% veganos. La filosofía va más allá de la comida: se trata de una postura ética frente a la explotación animal.

Vegetarianismo lacto: sí a los lácteos, no a huevos ni carne

El vegetariano lacto consume leche, queso y otros productos lácteos, pero evita huevos, carne y pescado. Es común en tradiciones como el hinduismo, y también es elegida por quienes ven en los lácteos una fuente práctica de proteínas y calcio.
En México, platillos como enchiladas con queso, quesadillas o chilaquiles con crema son fácilmente adaptables a esta dieta. Productos como yogurt natural o queso panela, muy accesibles en supermercados, hacen que este estilo sea sencillo de mantener.

Vegetarianismo ovo: se aceptan huevos, pero no lácteos

El ovo-vegetariano consume huevos, pero no productos lácteos ni carne. Muchos optan por esta dieta por razones éticas vinculadas al trato a las vacas lecheras o por intolerancias a la lactosa.
En México, los huevos son económicos (alrededor de $40 MXN la docena), y permiten una gran variedad de platillos como huevos al gusto, tortas de huevo o frittatas con vegetales. Eso sí, se recomienda cubrir el calcio con vegetales como brócoli o bebidas vegetales fortificadas.

Lacto-ovo vegetarianismo: la opción más común

Este tipo de vegetariano consume tanto lácteos como huevos, pero no carne ni pescado. Es el más practicado en el mundo occidental y también muy extendido en México.
Este enfoque permite platillos como chiles rellenos con queso, tamales de elote con crema o pastas con salsa bechamel sin carne. Es ideal para quienes buscan reducir el consumo de carne sin limitar tanto sus opciones.

Pescetarianismo: una excepción para el mar

Los pescetarianos evitan carnes rojas y blancas, pero consumen pescado y mariscos. Muchos adoptan esta dieta por salud cardiovascular o por facilidad de adaptación.
En México, donde el consumo de pescado es parte esencial de la dieta costera, esta práctica es común. Filetes de tilapia desde $65 MXN/kg o ceviches con pescado o camarón permiten mantener una dieta rica en proteínas y omega-3 sin recurrir a carne terrestre.

Pollo-vegetarianismo: carne solo si es de ave

El pollo-vegetariano permite el consumo de aves de corral, como el pollo, pero evita carnes rojas y mariscos. No es estrictamente una forma de vegetarianismo, pero suele ser una etapa de transición hacia dietas más vegetales.
Con la abundancia de platillos como pollo a la plancha, fajitas de pollo o pechuga empanizada (alrededor de $85 MXN/kg), esta dieta es culturalmente fácil de seguir en México, aunque no sea considerada vegetariana por definición tradicional.

Flexitarianismo: vegetal por elección, no por obligación

El flexitariano prioriza una alimentación vegetal, pero se permite carne o pescado ocasionalmente. Es una de las formas más prácticas y sostenibles, especialmente en entornos sociales o familiares.
En México, cada vez más personas se identifican como flexitarianas. Proyectos como “Lunes sin carne” han ayudado a difundir esta práctica. Además, permite comer de forma más consciente sin caer en restricciones absolutas.

Frugivorismo: solo frutas, semillas y frutos secos

El frugívoro consume únicamente alimentos que no dañan a la planta: frutas, semillas y nueces. No se aceptan vegetales, raíces ni productos procesados.
Es una dieta extremadamente restrictiva y con alto riesgo de deficiencias. En México, aunque algunos influencers la promueven en redes sociales, expertos en nutrición la desaconsejan como estilo de vida prolongado por su carencia de proteínas, hierro y vitamina B12.

Crudiveganismo: todo crudo y 100% vegetal

El crudivegano no solo evita productos animales, también prescinde de alimentos cocinados a más de 42–48 °C. Su base son ensaladas, jugos naturales, alimentos fermentados y semillas germinadas.
En México, aunque es una práctica poco extendida, existen opciones en tiendas naturistas y algunos restaurantes gourmet. Sin embargo, requiere planificación estricta y asesoría nutricional para evitar desequilibrios, especialmente en micronutrientes.

¿Qué tipo de alimentación va mejor contigo?

No hay un único camino correcto. Lo importante es alinear tu dieta con tus valores, salud y estilo de vida. Puedes empezar con pequeños pasos: dejar la carne unos días, probar leches vegetales o incorporar más legumbres.
Lo esencial es la sostenibilidad. Comer de forma más consciente no solo beneficia tu cuerpo, sino también al planeta y al entorno que compartimos.

Atención a los nutrientes: B12, hierro y más

Cualquiera que sea tu estilo vegetariano, asegúrate de cubrir tus necesidades nutricionales. Vitamina B12, omega-3, hierro, zinc y calcio son nutrientes que pueden faltar en dietas muy restrictivas.
En México, los suplementos B12 rondan los $100–150 MXN por mes, y las bebidas vegetales enriquecidas están disponibles en la mayoría de supermercados. También se recomienda realizar análisis de sangre periódicos si llevas una dieta vegana o frugívora.