Por qué la autoestima es un pilar del desarrollo infantil
La autoestima es la percepción que un niño tiene de su propio valor y de sus capacidades. En México, se reconoce que desde la primera infancia hasta la adolescencia se desarrolla gran parte de esta imagen personal, la cual influye en el rendimiento escolar, las relaciones sociales y las decisiones profesionales futuras. Muchos padres creen que elogiar constantemente a sus hijos es suficiente para reforzar su confianza, pero la forma y el momento de elogiar son factores decisivos. Los elogios más efectivos se basan en observar con atención las acciones, el esfuerzo y el progreso del niño, más que en el simple resultado.
De acuerdo con investigaciones de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), los elogios concretos y enfocados en el esfuerzo son más efectivos para motivar y desarrollar el sentido de competencia que los cumplidos genéricos. Decir “Me gustó cómo seguiste intentando hasta lograrlo” es más beneficioso a largo plazo que “Eres muy inteligente”, ya que refuerza la relación entre el esfuerzo personal y el logro.
Los riesgos ocultos de elogiar en exceso
Elogiar de forma excesiva puede generar dependencia de la validación externa. Aunque al principio puede motivar, con el tiempo el niño puede centrarse más en agradar a otros que en desarrollar una motivación interna. Frases absolutas como “Eres el mejor en todo” pueden generar frustración y dudas profundas cuando el niño enfrente un fracaso.
Los elogios exagerados también pueden generar presión y ansiedad. Por ejemplo, decirle a un niño con calificaciones promedio: “Seguro sacarás 10 en el próximo examen” puede provocar miedo a decepcionar si no lo consigue. El elogio debe ser realista y estar acorde a las capacidades actuales del niño para que tenga un efecto constructivo.
Por qué elogiar el esfuerzo es más valioso que elogiar el resultado
Reconocer el esfuerzo, en lugar de únicamente el resultado, ayuda a que los niños valoren la perseverancia y el aprendizaje a través de los errores. Los elogios basados solo en el resultado pueden aumentar la confianza a corto plazo, pero la vuelven frágil frente a los fracasos. En vez de decir “Tu dibujo está bonito”, se puede decir “Me encanta cómo combinaste los colores para crear algo único”. Esto reconoce tanto la habilidad como el proceso creativo.
Este tipo de retroalimentación fomenta la llamada “mentalidad de crecimiento”, un concepto de la psicóloga Carol Dweck que describe la creencia de que las habilidades pueden desarrollarse con esfuerzo y aprendizaje. Esta mentalidad está relacionada con la resiliencia, la resolución de problemas y el éxito a largo plazo.
Elogios concretos y observables
El elogio efectivo se basa en conductas claras y observables. Si un niño termina de leer un libro, se puede decir: “Qué bien que lo leíste completo”. Si construye con bloques, se puede comentar: “Elegiste bien los colores y construiste una torre alta”. Este tipo de detalle ayuda a que el niño identifique exactamente qué hizo bien y lo motive a repetirlo.
Nombrar acciones específicas refuerza la conciencia de sí mismo y fomenta hábitos positivos, especialmente en el aprendizaje y el desarrollo de habilidades creativas.
El momento y la forma de dar un elogio
El momento oportuno es clave. Elogiar inmediatamente después de una acción positiva ayuda a que el niño relacione su comportamiento con la respuesta recibida. Un elogio tardío pierde fuerza. También importa la forma: el tono de voz, el contacto visual y las expresiones faciales determinan cómo se recibe el mensaje. Un elogio mecánico o poco sincero puede restar credibilidad.
Siempre que sea posible, se debe elogiar en el momento, con palabras claras y genuinas, mirando a los ojos y acompañando el mensaje con una sonrisa.
Equilibrio entre elogiar el proceso y reconocer los logros
Aunque es importante valorar el proceso, no hay que olvidar los logros. Si un niño obtiene una buena calificación, se puede decir: “Todo tu esfuerzo en estudiar valió la pena, por eso obtuviste esa nota”. Así se conecta el logro con el trabajo realizado.
En caso de que el resultado no sea el esperado, se debe evitar la crítica y resaltar lo positivo: “Esta vez no sacaste la calificación que querías, pero cumpliste con tu plan de estudio y eso es muy importante”. Esto enseña a ver el fracaso como parte del aprendizaje.
Elogios combinados con retroalimentación constructiva
El elogio por sí solo no garantiza un desarrollo sólido a largo plazo. Combinado con sugerencias de mejora, se convierte en una guía para el crecimiento. Por ejemplo: “Tu exposición fue clara y fácil de entender. La próxima vez, intenta mirar más al público para que sea aún mejor”. Esto mantiene la autenticidad y ofrece un camino de mejora.
De este modo, el elogio deja de ser solo un cumplido y se convierte en una herramienta para el desarrollo personal.
Consistencia y sinceridad: la base de la confianza
Un elogio inconsistente o contradictorio puede confundir al niño. La retroalimentación coherente y sincera, en cambio, fortalece la confianza mutua. Reconocer incluso pequeños avances refuerza el vínculo entre padres e hijos.
La sinceridad nace de la observación real y del aprecio genuino. Un elogio basado en reconocimiento auténtico deja huella y contribuye a la autoestima de por vida.
Hábitos de elogio para el día a día
- Nombrar acciones o decisiones creativas específicas
- Valorar el esfuerzo y la perseverancia antes que el resultado
- Acompañar el elogio con lenguaje corporal positivo
- Relacionar el resultado con el proceso que lo generó
- Combinar elogios con sugerencias constructivas
Integrar estos hábitos en la vida diaria crea un entorno que fomenta la autoestima de forma constante y natural.
El elogio en el contexto cultural mexicano
En México, los elogios directos son comunes en el ámbito familiar, pero a menudo se centran más en el logro que en el proceso. Sin embargo, cada vez más escuelas y programas de crianza promueven el reconocimiento del esfuerzo como una estrategia para desarrollar la resiliencia y la autonomía. Talleres para padres y capacitaciones docentes recomiendan técnicas de elogio que fomenten la independencia y la seguridad emocional.
La clave es adaptar el elogio tanto a las necesidades del niño como al contexto cultural para que sea auténtico y efectivo.
Cómo los elogios pueden moldear el futuro de un niño
Un elogio bien dado no solo genera confianza, sino que desarrolla habilidades para enfrentar retos, mantener la curiosidad y construir relaciones saludables. Las palabras de un padre o madre pueden influir en la autoimagen y el camino de vida de un hijo durante muchos años.
El elogio es uno de los regalos más valiosos que se le puede dar a un niño, y cuando se utiliza con intención y sinceridad, su valor dura toda la vida.